Robert Yagauche

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Los acuerdos de conservación para la protección del agua y la biodiversidad

Los procesos de negociación

El agua es uno de los recursos fundamentales para todo proceso de vida y desarrollo. Hoy por hoy, el agua como tal no es escasa, es su disponibilidad la que va escaseando, debido al impacto de amenazas como la deforestación, la contaminación, el incremento de la frontera agropecuaria y el cambio climático.

Se requieren enfoques innovadores para la protección del agua, enfoques sencillos, simplificados, pero con una alta capacidad de integración, articulación y participación. Uno de esos enfoques son los acuerdos de conservación para el agua y la biodiversidad.  ¿Por qué un acuerdo? Porque las acciones y prácticas que favorecen y facilitan la conservación de bosques, la restauración de áreas de ecosistemas importantes, y las mejores prácticas productivas, requieren de procesos de negociación entre las instituciones locales o nacionales, públicas y privadas, que están apoyando iniciativas o tienen interés en el  manejo de recursos naturales, con los propietarios de la tierra, en las áreas de interés hídrico en una cuenca.

La cuenca hidrográfica mediante sus distintos ecosistemas es  la que regula la cantidad y calidad de agua que es utilizada para los cultivos, los animales y para el consumo humano, por ello, existen múltiples intereses y conflictos alrededor del uso de la tierra en las cuencas hidrográficas. De manera simplificada se podría manifestar que solo se alcanzará un manejo sostenible de los ecosistemas en una cuenca, en la medida en que se logren manejar estos intereses y conflictos.

Por ejemplo, un municipio por competencia debe brindar un servicio de agua de calidad a su población, donde uno de sus intereses es implementar acciones de conservación en las áreas de interés hídrico que regulan el agua para sus habitantes; de hecho, algunas de estas acciones  puede conllevar a generar restricciones en el uso de la tierra para los agricultores y ganaderos que mantienen sus actividades productivas en éstas áreas, convirtiéndose de esta manera en un conflicto para ellos.

La habilidad para negociar y manejar estos conflictos, es lo que enfocaría una manera pragmática de conseguir cambios en el manejo sostenible de la tierra en las cuencas hidrográficas. Estos procesos de negociación requieren manejo de datos e información que generen mejores ambientes para el entendimiento de sus distintos intereses y conflictos y con ello ir generando espacios para una negociación que puede tomar días, semanas o meses; también requieren incentivos adecuados (no perversos) que apoyen y estimulen una decisión para remover ciertas barreras y conseguir cambios de comportamiento tanto en los productores como en las instituciones.

El proceso de negociación por lo tanto es fundamental, con una orientación de “ganar – ganar”, no se trata de sacar ventaja, sino de llegar a un punto en que ambos resulten ganadores, que el mejoramiento de la situación de uno de los actores, no desmejore la situación de otro actor, sino que el acuerdo responda a los intereses, aunque no totales, de ambos.

Pero un acuerdo de conservación no termina aquí, se requiere del monitoreo y la evaluación constantes, donde se haga seguimiento a los compromisos que fueron establecidos al momento del acuerdo, tanto de los productores como de las instituciones. En la medida en que esos compromisos se cumplan, podríamos considerar que un acuerdo va funcionando; pero precisamente esta es la parte más débil que tienen las instituciones, mucho más los proyectos que tienen tiempos definidos de implementación. La protección del agua debe ser permanente, pero además innovativa, porque van apareciendo nuevos problemas, retos e intereses, que requieren de otros procesos de negociación y participación activa de actores involucrados.

Los fondos de agua que se van creando y las instituciones competentes, locales y nacionales, deben considerar e institucionalizar los procesos de negociación como parte de sus  planificaciones y presupuestos, con la finalidad de conseguir procesos más eficientes y eficaces en el tiempo. Hay que invertir de una mejor manera los recursos económicos, ya se han realizado estudios suficientes para saber lo que tenemos, necesitamos mayores inversiones en los procesos de negociación antes que mostrar los mismos mapas y repetir los mismos problemas. Finalmente, se requiere invertir en programas de formación de extensionistas con capacidad de negociación, entendiendo que la negociación es “un arte”, no se la aprende en el papel ni con una charla, se necesita formar verdaderos extensionistas-negociadores con una amplia visión, que actúen en lo local, sin perder de vista lo global.